Los inicios de esta colección son paralelos al nacimiento del Museo de Arte Abstracto Español. Desde su creación en 1966, su fundador, Fernando Zóbel, un apasionado del grabado, el libro ilustrado y las técnicas gráficas, lo convirtió en un centro impulsor de la obra gráfica en sus diferentes variedades técnicas: el Museo editó y coleccionó desde muy pronto grabados, serigrafías o libros de artista, entre otros, y en torno a él se movieron nombres tan relevantes para la gráfica española contemporánea como Abel Martín, Eusebio Sempere o Antonio Saura.

Labor continuada

Desde 1980, la Fundación Juan March, heredera del legado de Zóbel, ha continuado la labor por él iniciada y ha seguido editando y coleccionando obra gráfica original; fruto de ambos trabajos son algunas de las obras presentadas en esta exposición, intencionadamente reducida y que tendrá continuidad en el futuro.

La muestra exhibe algunas obras producidas a mediados de los 60 y los 70 (carpetas, porfolios, libros de artista), cuando el acceso a algunas obras producidas a mediados de los 60 la obra gráfica original de unos artistas prácticamente desconocidos para el gran público constituía aún una reducida novedad.

chillida-Inguru-1968Se trata de un total de casi 80 obras –entre serigrafías, litografías, aguafuertes y collages– de más de una docena de los artistas más relevantes de aquellos años. En muchas de las piezas se advierten los signos de un género trabajado de modo experimental. En la exposición, como en la colección del museo, se refleja el espíritu de una generación de artistas que vivió sobre todo en el contexto del informalismo y la abstracción, y los paralelismos entre su obra gráfica y el total de su producción artística son tan claros como sugestivos.

Distintas aproximaciones

Los artistas representados muestran aproximaciones a la obra gráfica diversas entre sí. En algunas obras es obvio el interés que despertó en sus autores la literatura, clásica y contemporánea: Antonio Saura ilustra un texto de Quevedo y acaba recreando el universo particular de ambos, poblado por personajes más o menos monstruosos y caricaturescos; Antoni Tàpies establece complicidades con el polifacético poeta visual, dramaturgo y agitador cultural Joan Brossa, escribiendo e ilustrando una novela a cuatro manos a partir de los secos documentos oficiales de la época. Otros, como Chillida, Feito, Guerrero, Hernández Pijuan, Millares o Sempere, utilizan el texto como acompañamiento a unas imágenes en las que prima la frescura del trazo y la plasticidad de la pintura sobre la plancha de grabado.

En su afán por conseguir objetos que se entiendan como un todo artístico, los artistas, especialmente Chillida, Millares, Tàpies o el propio Rivera –que se atreve directamente con la escritura y monta un libro en étalon– conciben las mismas carpetas que contienen materialmente su producción gráfica como un medio de expresión con un valor artístico sustantivo, que pone de manifiesto la relación directa e imprescindible entre artistas y editores.

Trece artistas

  • Chillida, Eduardo (1924-2002)
  • Feito, Luis (1929)
  • Gordillo, Luis (1934)
  • Guerrero, José (1914-1991)
  • Hernández Pijuan, Joan (1931-2005)
  • Millares, Manuel (1926-1972)
  • Palazuelo, Pablo (1916-2007)
  • Rivera, Manuel (1927-1995)
  • Saura, Antonio (1930-1998),
  • Sempere, Eusebio (1923-1985)
  • Tàpies, Antoni (1923)
  • Torner, Gustavo (1925)
  • Zóbel, Fernando (1924-1984)

  

Cuenca. Sobre papel. Obra gráfica en la Colección de la Fundación Juan March. Museo de Arte Abstracto Español.

Del 8 de julio al 9 de octubre de 2011.