La hija del escultor, Esperanza López Parada, ha escrito en Facebook: «Mi padre falleció esta mañana tranquilo y sedado. Había empeorado mucho el domingo. Se ha ido luchando hasta el final y con la discreción y elegancia que le caracterizaba…».

De padre y abuelo orfebres, Julio López Hernández tuvo contacto desde muy temprano con la escultura a la que sentía como «cuerpo y espíritu» y a través de la que se convirtió en un testigo excepcional de la vida madrileña. Una colegiala, un perro callejero, una mujer con bolso… los motivos representados son infinitos, pero los temas que más destacaron en su estudio son los familiares. Su mujer, la pintora Esperanza Parada, y sus dos hijas, Marcela y Esperanza, se convirtireron, una y otra vez, en protagonistas de estos retratos para la eternidad.

En una mañana lluviosa y a sus casi 86 años, en enero de 2016 el artista abrió a hoyesarte.com las puertas de su estudio madrileño, una casa de un barrio residencial abarrotada de piezas grandes y pequeñas, medallas y múltiples herramientas que utilizaba para seguir trabajando incansablemente. Los zapatitos de su nieto en bronce presidían la subida de una escalera adornada por una Venus, había que saltar entre manos escribiendo o rodear un bebé en posición fetal, mientras que Lorca con su alondra observaba desde un rincón. Pero a pesar de estar rodeados, Julio López Hernández se lamentaba por tener el estudio tan vacío.

Hacía sólo unas semanas que se habían llevado sus esculturas para las dos exposiciones que tenía en Madrid: la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le dedicaba una retrospectiva que reunía algunas de sus esculturas más significativas, junto a los dibujos preparatorios que les dieron forma; mientras que el Museo Thyssen-Bornemisza ultimaba una gran exposición dedicada a un grupo histórico de pintores y escultores realistas que han vivido y trabajado en Madrid. Y así, emocionado por este reconocimiento, comenzaba a rememorar su vida, desde sus primeras tallas religiosas, el grupo de realistas madrileños, la pérdida de su compañera de viaje, hasta los proyectos que todavía tenía pendientes.