Apuntó en primera instancia hacia el petróleo, que disparará su precio. El agua vendrá después, destinada a convertirse en un producto de tan alto valor comercial como el petróleo: veremos sus cotizaciones en Bolsa. En su tercera previsión emergía África, que en apenas unos quinquenios saldrá de la angustiosa situación que hoy vive para transformarse en sólida potencia económica.

El cuarto fenómeno que cambiará el rumbo de la vida, según la tajante afirmación del profeta, será la desaparición del libro tal como le hemos venido viviendo desde que a Gutenberg le dio por inventar la imprenta.

Hombre y lectura

Como se recuerda en el libro que nos ocupa, se pierde en el armario de los tiempos la imagen del hombre leyendo. Hace siglos que, como sigue pasando hoy, el ser humano lee. Leemos para acercarnos a lo que somos. Para entender y para entendernos. Para intentar vislumbrar qué hacemos aquí y hacia dónde vamos. Leemos. Estamos felizmente abocados a leer.

Ya sea prendidos en las páginas de una novela. Consolados por la sensible profundidad de un poema. Sobrecogidos por lo que nos propone un escrito; un ensayo. Deslumbrados por la belleza de tal o cual edición. Los libros nos atrapan.

Pero es evidente que cambian los soportes que sostienen los textos y, con la revolución tecnológica en la puerta, cuando no instalada en el salón de casa, estamos asistiendo a cambios decisivos.

Desde el papiro y los códices, el libro evolucionó hacia el papel y, a mediados del siglo XV, el bueno de Gutenberg revolucionó lo que existía y universalizó el placer de la lectura al hacerlo accesible a la mayoría.

Hoy, los soportes multimedia ofrecen nuevas y fascinantes posibilidades y hay quien ya piensa con nostalgia en la textura del libro impreso, despidiéndose de él como de un amigo íntimo que está a punto de irse para siempre.

Vis a vis

Así lo plantea Nadie acabará con los libros, el vis a vis que entablan el escritor y lingüista italiano Umberto Eco y el dramaturgo y guionista de cine francés Jean Claude Carriére en sus casas, al pie de sus respectivas bibliotecas en París y Montecerignone. El resultado de esta charla es un libro luminoso. Estos dos hombres, lectores ávidos, escritores reconocidos, coleccionan libros y nos llevan a sus bibliotecas para mostrarnos sus gustos y manías, para contarnos por qué la historia contempla épocas en las que las obras maestras florecían y otras en las que reinaba el vacío y la pedantería. Para, como queda dicho y lejos de polémicas a favor o en contra de las nuevas formas y formatos de lectura, iluminarnos.

Desde la reflexión y el conocimiento, desde la experiencia y la inteligente duda, los protagonistas se preguntan ¿qué es el libro?. ¿Qué suponen esos libros que encierran los saberes y las fantasías que la humanidad acumula desde que es capaz de escribir?. ¿Qué imagen nos ofrecen de la humana odisea del espíritu?. ¿Qué espejos nos proponen?. ¿Es el libro el símbolo de los progresos que nos hacen olvidar las tinieblas de las que creemos haber salido ya para siempre?. ¿Son los libros el reflejo fiel de lo que el genio humano, mejor o peor inspirado, ha producido?. ¿Cuál es su inmediato futuro?. ¿Y el que le aguarda a largo plazo? ¿Qué hacer con nuestra biblioteca, y ellos la tienen extraordinariamente nutrida, cuando morimos?. Como éstas, otra buena porción de preguntas cuyas respuestas cautivan y constituyen un homenaje a ese objeto maravilloso y a quien, sosteniéndolo entre las manos, lo disfruta: el lector.

Nada mejor

Al cabo del diálogo comenta Eco que el libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez que se han inventado, no se puede hacer nada mejor. El libro ha superado la prueba del tiempo…Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es.

¡Claro que sí! No somos tan necios como para renunciar y aunque se tiene la sensación de que quienes dirigen, los gobernantes, prefieren un pueblo adocenado y estúpido a un pueblo inteligente, estamos salvados. Porque, en un formato u otro. Con unas u otras proporciones. Variando dimensión o presentación, o contenidos o vía de acceso. Adentrándose incluso en características que hoy, todavía, son inalcanzables o desconocidas, en el fondo de todo, por y sobre todas las cosas, tiempos, y situaciones, habida cuenta de que la imaginación y la invención de nuevas formas no tiene fin: ¡Nadie, nunca, acabará con los libros!

Nadie acabará con los libros
Umberto Eco/Jean Claude Carrière
Lumen
263 páginas

 

Los protagonistas

umberto-ecoUmberto Eco (Alessandría, Italia, 1932) es actualmente director de la Cátedra de Semiótica y director de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos de Bolonia.

Se inició como narrador en 1980 con El nombre de la rosa, con la que obtuvo un enorme éxito mundial, refrendado por su posterior adaptación al cine. El péndulo de Foucault, La isla del día de antes, Baudolino, La misteriosa llama de la reina Loana y El cementerio de Praga completan su obra narrativa.

Entre sus libros de ensayo figuran Apocalípticos e integrados, Tratado de semiótica general, Lector in fábula, Los límites de la interpretación, Sobre literatura y Decir casi lo mismo. Es autor también de la Historia de la belleza y la Historia de la fealdad.

Jean-Claude-CarrieresJean-Claude Carriére (Colombières-sur-Orb, Francia, 1931) es uno de los más reconocidos dramaturgos y guionistas europeos. Durante dos décadas fue estrecho colaborador de Luis Buñuel, con el que escribió El discreto encanto de la burguesía, Belle de jour y Ese obscuro objeto del deseo. También es responsable, entre otros, de los guiones de El tambor de hojalata, La insoportable levedad del ser y Cyrano de Bergerac.

Autor de El círculo de los mentirosos, como dramaturgo ha escrito, en colaboración con Peter Brook, una docena de obras que han sido representadas en todo el mundo.