Para poder acercarse a los diversos grados de complejidad de la sociedad de Fez, y para no caer en una pura acumulación de aspectos físicos y monumentales, es esencial captar dos realidades al mismo tiempo. Por una parte, la realidad física del paisaje de la medina (sin olvidar el contraste y la complementariedad respecto del resto del conjunto urbano). De otra, las infinitas facetas de la sociedad que la habita: su complejidad y diversidad, la postura ante la vida y el sentido del humor, las habilidades y los recursos, las aspiraciones y las frustraciones… Se trata, por tanto, de captar no sólo un espacio físico, sino un espacio físico habitado, en el que las condiciones del continente son completamente inseparables de las cualidades del contenido. Una mínima comprensión de la estructura física y social de la ciudad de Fez requiere, en cualquier caso, una mirada profunda que vaya más allá de lo que resulta más fácilmente perceptible. Porque esta es una ciudad y una sociedad hecha de diversas capas, cada una de ellas más difícil de ser penetrada que la anterior, y que es necesario abordar en su totalidad para poder aglutinar la realidad compleja que conforma el conjunto.

Espacio público y privado

Y si esta realidad es percibida sólo desde la óptica del visitante, a través sobretodo de la captación del ámbito del espacio público, queda sin entender una dimensión de la ciudad, la dimensión interior, que forma parte inseparable de una idea unitaria de sociedad urbana. Así, empieza a entenderse la medina cuando se constata que se trata de una realidad que, en los aspectos físico y social, se organiza y se presenta por contrastes entre dos extremos: el del espacio público y el del espacio privado. Pero no sólo eso, sino que cabe percibir también que el aso entre estos dos extremos no es simple y radical sino que se produce con una gran complejidad en las transiciones y una notable riqueza de matices.

Por otra parte, es evidente que hoy en día el espacio de Fez pone en contacto y en relación dos mundos: el de una ciudad de Marruecos, especialmente cerrada en ella misma en muchos aspectos, y el de Occidente, el de la medina y el de los turistas; el que surge de sus propios ámbitos y el que llega a través de las antenas parabólicas. Si bien Fez es una ciudad en gran media impenetrable, también es cierto que es muy permeable, y cada vez más, a la influencia exterior, occidental.

La televisión, presente en el exterior y en los interiores; los emigrantes, que cada año vuelven en vacaciones; los turistas, cada vez más numerosos; la pasión por el deporte internacional, con el Barça como protagonistas de gráficos administrativos; las presiones del consumo, evidente en la admiración por las grandes marcas de ropa…, introducen, a veces de manera salvaje, infinidad de elementos, de presiones, de deseos, de imaginarios que provienen del mundo occidental, pero que ahora son ya parte inseparable del propio mundo de Fez.

Por otra parte, el visitante occidental, muy especialmente el turista se ve en Fez enfrentado a su propia caricatura. Si él se acerca a Fez entendiendo la ciudad como un estereotipo, Fez lo trata también a él como un estereotipo, del cual cabe explorar todos sus defectos. Sin duda, visitar Fez es ver también, como en un espejo deformado, algunos tópicos del mundo occidental. De tal manera que un acercamiento pausado, detenido, paciente a la realidad de esta ciudad permite hacer otro acercamiento con una distancia útil y una nueva mirada, a nuestro propio mundo.

 

Alcalá de Henares (Madrid). Fez, ciudad interior. Sala San José de Caracciolos de la Universidad de Alcalá de Henares.

Organiza: Bancaja.

Produce: Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, CCCB.

Hasta el 8 de febrero de 2009.