Haggerty, a quien se le había encomendado la custodia de la obra, afirma
que no puede recordar qué fue del cuadro porque la noche en que se extravió "bebió
mucho", según se explica en la demanda.

Los propietarios, Kristyn Trudgeon y Tom Doyle, habrían encargado a Haggerty que realizara funciones de agente en el proceso de venta de la obra a cambio de una comisión.

Dando tumbos

El pasado 28 de agosto, según la demanda, los dueños supieron que un marchante londinense estaba interesado en el retrato. Se concertó una cita y el interesado pidió poder realizar un examen posterior con luz ultravioleta para verificar la autenticidad de la obra. Haggerty debía llevarla a un hotel en el Upper East Side.

Hacia las once de la noche, según las cámaras de seguridad, se ve a Haggerty dejando el cuadro en recepción y entrando en el bar del hotel, seguido por el marchante. A las once y media ambos dejan el bar, recogen el cuadro y lo dejan en un banco. Mantienen una charla y el interesado en la obra se abandona el lugar.

A las 23.34 h Haggerty vuelve a dejar la pintura en recepción y entra de nuevo en el bar. A las 0.50 vuelve a salir, recoge otra vez el cuadro y al salir "choca con la puerta principal y con el portero". A las 2.30 h, una cámara del edificio donde vive lo muestra llegando sin el cuadro.

Retrato de una niña estuvo durante años integrado en la colección del Museo Hammer de Los Ángeles (California). Aunque el cuadro es propiedad tanto de Trudgeon como de Doyle, ambos amigos de Haggerty, Doyle no está involucrado en la demanda. Según el abogado de Trudgeon, Doyle es amigo del demandado y fue quien le recomendó para vender la pintura.