Conocido por alcanzar cifras estratosféricas con la venta de obras en las que se incluyen animales muertos –como cerdos, tiburones o vacas– introducidos en vitrinas y conservados en formol, Damien Hirst se ha enfrentado en otras ocasiones a este tipo de acusaciones. La más sonada estuvo relacionada con su cráneo humano engarzado de diamantes. Ahora, en la revista de arte Jackdaw, Thomson cita quince supuestos casos de plagio, entre ellos los anaqueles con medicamentos que comenzó a exhibir en 1989 y su instalación Pharmacy (Farmacia), de 1992, que compara con el pequeño armario que presentó Joseph Cornell en 1943 y que bautizó Farmacia.

Otros ejemplos

La batalla de Thomson contra el artista no termina aquí y asegura que «Hirst presume de ser un gran artista, pero buena parte de su obra la debe a las ideas originales de otros a los que pirateó», haciendo alusión a las pinturas giratorias o la instalación de un balón sobre una corriente de aire, obras según el crítico muy poco originales ya que surgieron en los años 60.

Por su parte, Lori Precius, artista supuestamente plagiada, comentó el dolor que sintió al ver en un periódico reproducidas las mariposas de Hirst. «Mis amigos artistas y los coleccionistas de mi obra me llamaron para decirme que no podían creer las similitudes entre la obra de Hirst y la mía… Al principio incluso yo misma creía que era una creación propia», afirma. «Se trata del mismo material y de la misma idea», explica la artista.

Hace diez años, Hirst aceptó pagar una suma no revelada para frenar una acción legal del diseñador y los fabricantes de un juguete que tenía un extraordinario parecido con su escultura en bronce Hymn. Según David Lee, director de la revista Jackdaw, el hecho de que Hirst aceptara compensarlos es por sí mismo una admisión de plagio.