En sus propuestas de mejora, el Informe aboga por «poner en marcha de forma decidida acciones positivas que obliguen a un reparto equitativo del poder cultural y del derecho de las mujeres a crear, producir, exhibir y difundir sus obras en condiciones de igualdad. Las meras recomendaciones no imperativas se han mostrado insuficientes». Así considera que «no será posible levantar las barreras estructurales que persisten sin la introducción de claras cuotas en favor de las mujeres». Para las autoras del documento, en este campo varias son las direcciones en las que será necesario actuar de forma simultánea: «en los procesos de selección de los principales puestos de legitimación cultural y artística, en especial en las direcciones artísticas; y en todas aquellas actividades que conlleven la creación, producción, distribución, exhibición o programación de obras, tanto de nueva creación como las ya existentes».

En el Informe se considera también importante «poner en cuestión uno de los discursos más ampliamente extendidos a muy diversos niveles en relación con la demanda de una mayor representación de las mujeres en acciones y programaciones». Así, a menudo se interpreta que la introducción de medidas de acción positiva entraría en colisión con la libertad artística de las personas que asumen la dirección artística de los centros y espacios públicos de creación y exhibición cultural: «Es ésta una creencia derivada de la falsa idea de que la única y auténtica creación artística es aquella que tiene lugar sin limitaciones. Apreciación errónea que no tiene en cuenta que la intervención pública en el marco de la Constitución ha de tener lugar siempre dentro de las restricciones que impone el cumplimiento de los principios de igualdad y derecho al libre desarrollo de la personalidad de todas las personas que conforman la ciudadanía. Es obligación imperativa del Estado actuar sobre la realidad de forma tal que, estableciendo las medidas y condiciones necesarias, se levanten las barreras que impiden que dichos principios se hagan efectivos».

10 conclusiones

1. Los factores sociales, culturales, económicos y de todo orden que inciden y enmarcan la vida de las mujeres, limitando su desarrollo personal y profesional, hacen que la sociedad pierda una gran parte del capital invertido en desarrollar el talento y la capacidad de producción de las mujeres. Una vez desarrollado ese potencial en el ámbito educativo, lo desecha y no disfruta de su rendimiento. Ni en términos culturales –puesto que las mujeres no terminan incorporando sus particulares visiones del mundo a los relatos construidos colectivamente– ni desde el punto de vista económico, en términos de producción de riqueza en un campo como la creación que, en un futuro progresivamente más robotizado, adquirirá cada vez mayor valor. 

2. La inquietud por la igualdad se ha incorporado y está presente en las distintas áreas del Ministerio y en los organismos vinculados a él, sin embargo es un interés aún vago que no termina de tomar forma. La idea de igualdad y las medidas que la Ley propugna no llegan a incorporarse de forma decidida ni a la normativa específica, ni a sus políticas o planes de actuación para traducirse en medidas concretas y eficaces en la acción sobre la realidad práctica.

3. A pesar de que las medidas puestas en práctica han mejorado los índices de acceso al poder ejecutivo global, estas se muestran insuficientes para lograr que las mujeres compartan el poder y sus responsabilidades en igualdad de condiciones que los hombres. Como se ha puesto de manifiesto, tanto antes como después de la aprobación de la Ley, las mujeres en puestos de máxima responsabilidad (con categoría de dirección general o superior) no superan un tercio del total. Es imprescindible el equilibrio en el poder ejecutivo si se quiere alcanzar la igualdad en las restantes posiciones de poder.

poder ejecutivo

4. Se constata la eficacia de la Ley a la hora de imponer su principio de presencia equilibrada en los órganos colegiados y mejorar la participación de las mujeres en la gobernanza de la cultura. Sin embargo hay diferencias notables según el tipo de órgano colegiado de que se trate. Un ejemplo extremo es el de los patronatos, los órganos colegiados con mayor poder de todos los estudiados, que se han mostrado los más refractarios a la incorporación de las mujeres, que apenas superan el 25%.

5. La desigualdad en el acceso al poder ejecutivo tiene efecto multiplicador de la desigualdad sobre el poder de participación de las mujeres en otros ámbitos de gobernanza.

6. El ámbito de poder más inexpugnable para las mujeres es, sin duda, el poder cultural. El poder de legitimación artística es abrumadoramente masculino. El análisis de los puestos directivos de los centros con producción o programación cultural vinculados al Ministerio, bien sea por dependencia directa o mediante adscripción o consorcios, muestra una distribución global por sexos del 77% y del 22% para hombres y mujeres respectivamente. Pero si de las direcciones se detraen las direcciones técnicas y gerenciales, y se analizan exclusivamente a las direcciones artísticas, la desigualdad aumenta hasta un reparto del 82% y del 18%.

En el ámbito de los museos estatales dependientes de la Subdirección General de Museos se aprecia mayor equilibrio, pero en los grandes referentes nacionales las direcciones artísticas presentan cifras del 100% (Museo del Prado y Thyssen-Bornemisza) o del 81% en el caso del Museo Reina Sofía. El ámbito de las artes escénicas y de la música es en el que la subrepresentación de las mujeres en tareas de dirección artística es mayor. En las diversas disciplinas –teatro, danza, música, lírica–, la presencia de las mujeres se sitúa entre el 4% y el 18%.

7. Una de las conclusiones principales de este estudio gira alrededor de la baja representación de las mujeres en las acciones llevadas a cabo por el Ministerio y las entidades analizadas, lo que constata la insuficiencia de las medidas adoptadas para conseguir que las mujeres disfruten de iguales oportunidades de creación, distribución y exhibición de su producción cultural y artística. Si se mantuvieran los ritmos de cambio apreciados en el análisis durante los últimos veinte años, el lapso temporal hasta alcanzar la paridad sería enorme.

8. Se han identificado acciones puntuales de acción positiva que ponen de manifiesto la capacidad del Ministerio de modular e incluso invertir la baja representación –cuando no la discriminación y clara exclusión– que sufren las mujeres en determinados ámbitos artísticos. 

9. Se ha identificado también la presencia de barreras internas y sesgos a los que no son inmunes las mujeres. Así, en campos con un claro predominio de mujeres se han constatado casos en los que también éstas, con sus acciones, refuerzan la consolidación del poder de legitimación de los hombres. 

10. Existe una brecha salarial en el ámbito de las actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento y una brecha de género en el empleo cultural dentro del ámbito de actuación del Ministerio y entidades vinculadas que es de tipo vertical y no horizontal, en gran parte, proyección de las desigualdades estructurales que condicionan el acceso de las mujeres al empleo en la sociedad en su conjunto y que constituyen lo que se denomina el techo de cristal.

10+1. Una de las grandes amenazas de carácter global y transversal para el avance de la igualdad y el futuro profesional de las mujeres se proyecta también ámbito de la cultura. La brecha tecnológica y digital que amenaza la igualdad futura de las mujeres se confirma en el campo cultural en todos los niveles, en el ámbito educativo, pero también en el profesional. Los entornos formativos y profesionales con vinculación tecnológica tienen mucha menor presencia de mujeres en los diversos ámbitos artísticos. Es fundamental alertar sobre el impacto que dicha desigualdad producirá en un futuro no muy lejano en el que la tecnología, la digitalización y la robotización de los procesos irá en aumento.

Impulso

El objetivo del Observatorio de Igualdad de Género es el impulso de la presencia de las mujeres y de la igualdad de oportunidades en todas las manifestaciones culturales y en los puestos de responsabilidad competencia del Ministerio. El estudio fue realizado entre el segundo semestre de 2019 y el primero de 2020 bajo la dirección de la investigadora Fátima Anllo por encargo del Observatorio, en el que también participan las asociaciones Clásicas y Modernas, Mujeres en las Artes Visuales, Mujeres en la Música, Mujeres en la Industria de la Música y la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales.

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