Chic fue una de esas bandas imprescindibles para la música disco-funk. Nile Rodgers (guitarra) y Bernard Edwards (bajo) crearon un buen puñado de melodías con su banda, pero también en calidad de compositores para otros artistas como Diana Ross, Madonna o David Bowie.

Nile es el único componente que queda vivo de la formación original y sigue llevando su música a todos los rincones del planeta con la intención de hacer bailar a la gente. Con músicos mucho más jóvenes que él, pero igualmente talentosos, Rodgers sigue garantizando el baile de calidad bajo el nombre de Chic.

La música divertida también puede ser la mejor

Existe una regla no escrita entre los críticos que deciden qué música debe ser considerada eterna y sublime, que ésta tiene que ser triste o seria. Y que tiene que hablar de fatalidades, tragedias del alma humana o de la sociedad. Pero, ¿por qué no puede estar a la misma altura la música de baile y alegre? Aquello que nos hace sentir bien, que nos hace olvidar todos los problemas por un instante y nos da felicidad, y que además suena bien. ¿Por qué no puede estar a la misma altura que otros sonidos no tan alegres?

Chic demostraron que también derecho a estar ahí, entre los mejores. Las líneas de bajo de Bernard Edwards hablan por sí solas, del mismo modo que los riffs de guitarra de Rodgers. Y las canciones son completas, imposible estar quieto o no sentir las buenas vibraciones. Han sido protagonistas sonoros de muchas de las fiestas desde los años 70 hasta hoy, y responsables de la primera canción de rap de todos los tiempos: el Rappers Delight de la Sugarhill Gang. Pero también han marcado la dirección de la música electrónica de baile, influenciando a artistas como Daft Punk.
De modo que es imposible hablar de la música de los últimos 30 años sin tener en cuenta a Chic. Y por ese simple motivo merecen estar entre los mejores.

El concierto

Chic comenzó el concierto con un mensaje claro: «Everybody dance». Más de diez minutos de funk frenético sirvieron como carta de presentación. El público no tardó en ambientarse; bailaba y coreaba la canción. La banda era un perfecto conjunto de músicos coordinados milimétricamente donde la calidad no estaba exenta de calor ni de complicidad entre ellos. Una fiesta es una fiesta, y los músicos deben transmitirlo así. Con Nile como director de orquesta, las dos voces femeninas y el resto de instrumentistas hicieron que Chic sonase tan bien como antaño.

Sonaron Dance, dance, dance y I want your love para después interpretar una pieza con tintes soul, gospel y rhythm and blues donde las cantantes demostraron sus dotes.

Después de aquello, presentaron una colección de temas que Nile Rodgers y Bernard Edwards compusieron para otros artistas. Cayeron Upside down y I’m coming out de Diana Ross, Let’s dance de David Bowie, Like a virgin de Madonna, We are family de Sister Sledge y Lady de Mojo.

Tras demostrar aquel impecable currículo sonoro, interpretaron tres o cuatro hits más que sí habían sido publicados bajo el nombre de Chic, y se llegó a la traca final. Primero sonó Le Freak, con esa línea de bajo en la parte central del tema que es frenéticamente inmejorable. El público disfrutaba como si estuviera en un guateque de la época de los pantalones acampanados y el pelo afro.

Terminaron con Good times; el orgullo de haber dado el ritmo para que se crease el rap. Así de grande es esa canción. ‘Deja tus preocupaciones atrás y disfruta de lo bueno.’

Larga vida al funk

Y a toda la música negra que sirve de inspiración para que la música dedicada al divertimento evolucione. Siempre con una mirada en el pasado y en los orígenes, y con el respeto como bandera a aquellos que como Chic, sentaron las bases de la música de baile actual. Larga vida, a pesar de que no sea música triste, de que transmita alegría y esté creada para la diversión.