Massive Attack fue una de las bandas más importantes de los años noventa. Se encargaron de cambiar el rumbo de la música al inventarse un estilo tan personal como atractivo. El trip-hop mezcla dub, electrónica de downtempo, soul, hip-hop y pop-rock. Lo mejor de todo es que es un estilo evolutivo, en constante cambio, y esa progresión que sufre es meteórica si se compara con el resto de estilos musicales.

Bristol dub invaders 

Ellos son de Bristol, una ciudad con espíritu joven y festivo, donde la mezcolanza de razas y culturas es real y auténtica. El movimiento musical es fuerte, poderoso: uno de los principales focos del Reino Unido. La base de su éxito es la comunidad jamaicana, que trajo sus sonidos a la ciudad y se mezcló con la escena de música electrónica que comenzaba a desarrollarse. En Londres, por ejemplo, ocurrió lo mismo pero el reggae se mezcló con el punk.

 

En Bristol pegaba más la electrónica y más que el reggae, les gustó el dub. De allí nació la dubtrónica, con bandas como Smith & Mighty, Mad Professor & The Ariwa Posse o Alpha & Omega. Después llegaron el resto de influencias y salieron grupos como Massive Attack y Portishead, llevando todos esos sonidos al próximo nivel y alcanzando una gran notoriedad mediática. De modo que no fue ni casual, ni por inspiración divina, que surgiesen estas bandas.

Visionarios

A expensas de lo que haga Burial en un futuro, Heligoland es un disco que, casi seguro, va a marcar la dirección que va a tomar la música popular en los próximos cinco a diez años. Es un trabajo adelantado a su tiempo, como lo fue Blue Lines en 1991 y como lo fue Mezzanine en 1998. Desde entonces, la banda de Bristol no había conseguido sonar tan premonitoria ni se había sabido renovar de forma tan original.

Cada canción tiene elementos sorprendentes e impactantes. Nos encontramos con coros oscuros y sonido Wu-Tang Clan: Splitting the Atom. Velocidad, instrumentos de vientos graves y gruesos: Girl I love you. También voces sugerentes e instrumentación orgánica: Psyche. Ritmos imposibles acompañados de voces que recuerdan a Billy Holiday -jazz del siglo 22-: Flat of the Blade. Trip-hop sin aditivos: Pray for rain, Paradise circus’ y Rush minute’. Guiños pop y rock: Saturday come slow’ y Babel. Y, por último, electrónica acústica: Atlas air.

A pesar de pasearse por todos estos estilos, el disco es una unidad compacta; sus canciones tienen intención colectiva. Pero a su vez también tienen identidad individual. De cualquier modo, el disco requiere varias y atentas escuchas para saborear todos estos elementos y siempre se descubre algo nuevo.

Invitados a la fiesta

El apartado de colaboraciones es, en este Heligoland, más extenso que en otras ocasiones. Aun así, es más larga la lista de los que se han quedado fuera que la de los que han participado.

Nos encontramos con Tunde Adebimpe, el genial cantante de TV on the Radio, también participa el rastafari Horace Andy –quien es un habitual en los discos de los bristolianos–, Damon Albarn que canta y toca varios instrumentos en más de una canción, además de miembros de bandas como Portishead, Elbow o Hope Sandoval. Todos aportan su buen hacer a un trabajo dirigido y producido magistralmente.

Se llegó a hablar de Tom Waits, David Bowie, Alice Russell, Mike Patton, Mos Def, Patti Smith, Terry Callier o Mark Stewart, pero parece ser que todos ellos se quedaron en el tintero. De momento ya existen unos cuantos remixes, y entre los artífices se encuentra el nombre de Ryuichi Sakamoto, lo cual tampoco está nada mal.

Música para el intelecto

Decía Marx que los cambios políticos y sociales de izquierdas tienen que venir –aunque en cierto modo sea una contradicción– de la comunidad acomodada; de la clase media-alta. Tenía razón, y así lo ha demostrado la historia.

Siguiendo esa premisa, Robert Del Naja y 3D, principales creadores de la maquinaria en la que se convierte Massive Attack en un estudio de grabación o en un escenario, se han convertido en representantes de una corriente sociopolítica que aglutina a un gran número de ciudadanos del mundo.

Pertenecen a ese estrato social ligeramente acomodado –se pueden permitir vivir holgadamente haciendo lo que les gusta-, que se muestra abiertamente crítico con el sistema socio-económico. Están informados, tienen un bagaje intelectual y son activistas. No se callan ante las injusticias, ni ante los abusos políticos. Denuncian expresamente los alarmantes recortes de libertades que se han dado en el Reino Unido durante los últimos años.

En cierto modo, Massive Attack son la banda sonora de un sentir social y de una actitud muy clara. Desprenden una filosofía que dice algo así como: “la situación actual es mala, y aunque yo no la sufra tanto como otros, no significa que no me importe ni que no quiera cambiar el estado de las cosas”. Por eso su música suena agobiante e incierta, como los tiempos que corren, misteriosa, pero también tranquila y suave, melodías con intención preciosista.

Amenaza al mundo

Ser representantes y promotores de la disidencia intelectual les ha traído éxito popular, pero también les ha convertido en una seria amenaza. El Gobierno británico busca constantemente justificaciones para dinamitar su alcance mediático y social. Durante el auge de la guerra contra Iraq, prohibieron la radiodifusión de sus canciones. La última treta ha consistido en cancelar la promoción de su nuevo disco en el metro de Londres con la excusa de que la portada de Heligoland se asemeja al graffiti e incita al vandalismo del aerosol.

Contra ello, Massive Attack responden como saben y con las mejores armas que tienen; instrumentos y voz. Ahora están embarcados en una gira mundial. Sus directos son envolventes y no dejan a nadie indiferente. Ellos sienten que tienen un deber para con la sociedad y no parecen dispuestos a traicionar sus principios.

Los dos vídeos que han publicado tienen un claro mensaje. Splitting the atom se mofa del miedo infundado por los gobiernos con la excusa del terrorismo, y nos presenta una ciudad atacada por una especie de Godzilla. “La bestia es nuestro propio sistema”, parece decir. Paradise Circus revela que todos los imperios acaban cayendo y su letra incita a la agitación popular. Heligoland es la tierra donde el futuro suena de nuevo como antes.